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María Esther Soriano,
la madre de Érica Soriano, afirmó que Daniel Lagostena, condenado a 22 años de
prisión por el crimen de su hija, es un
"psicópata" que nunca va a confesar qué hizo con el cuerpo y pidió
que la Justicia avance para descubrir quiénes fueron los cómplices.
A 10 años del crimen
de Érica Soriano, la joven embarazada que desapareció en Lanús y por cuyo
femicidio fue condenado a 22 años de prisión su pareja, Daniel Lagostena, la
madre de la víctima sostuvo que el condenado es un "psicópata" que
nunca va a confesar qué hizo con el cuerpo y pidió que la Justicia avance para
descubrir quiénes fueron los cómplices.
"Es cierto que el
cuerpo nunca apareció y que este caso sienta un precedente pero muchas veces no
hay solución con el cuerpo y todo. Yo no esperaba la condena a Lagostena, no le
había puesto expectativa y la verdad es que a mí me sorprendió
gratamente", afirmó, al cumplirse una década de la desaparición. Soriano
estaba embarazada y su cuerpo nunca fue encontrado. Lagostena fue condenado en
2018 por el Tribunal Oral en lo Criminal 9 de Lomas de Zamora y el 5 de mayo la
sentencia fue confirmada por la Sala I del Tribunal de Casación penal
bonaerense.
"Pasaron 10 años
pero para mí es como si nunca hubiera pasado el tiempo. El dolor está vigente
siempre, no se va a ir nunca", aseguró la madre de la víctima, quien tiene
70 años, cuatro hijos, siete nietos y hasta un bisnieto de Florencia, la hija
de Érica que tenía 12 años cuando asesinaron a su mamá.
Consultada sobre si
está conforme con el trabajo de la Justicia en la causa, la mujer dijo que
"por un lado sí, porque Lagostena está en prisión", pero aclaró que
"hay gente que estaba en complicidad con él que quedó en la nada".
"Cuando pase la
pandemia, volveré a empezar en tribunales", resaltó. Soriano preside la
ONG "De adentro para el mundo", dedicada a la inclusión de personas
con discapacidad.
La condena fue por
"homicidio en concurso ideal con aborto", ya que Érica, de 30 años,
estaba embarazada de ocho semanas. El tribunal dio por probado que el crimen
ocurrió entre las 22.30 del 20 de agosto y las 15 de 21 de agosto de 2010 en la
casa del imputado, en Pasaje Coronel Santiago 1433 de Lanús, donde ambos
convivían desde hacía cuatro meses. Ese día habían ido al obstetra en Capital
Federal. A la vuelta, Érica hablaba por teléfono con una amiga y esta testigo
contó que los escuchó discutir. Analizados los testimonios de los familiares,
amigos y allegados de Érica y los mails que se intercambiaban entre ellos, se
concluyó que la pareja estaba atravesando una crisis por los celos y la
desconfianza de Lagostena.
"Quedó
evidenciado que luego de una una discusión que mantuvo el imputado Héctor
Daniel Lagostena con su pareja Érica Soriano, ante la falsa creencia del
primero de que la nombrada le estaba siendo infiel y lo iba a dejar, le causó
la muerte", sostuvo el fallo del TOC 9.
El imputado siempre
declaró que habían discutido y que Érica se fue de la casa rumbo a lo de su
madre en Villa Adelina. Cuando la madre de la joven lo llamó para preguntarle
dónde estaba Érica, Lagostena le dijo: "Se debe haber perdido". El
cadáver nunca apareció pero los peritos que buscaron rastros en la casa
hallaron la chimenea encendida, pese a que ese día hacía 24 grados, y restos de
poliéster que se correspondían con una bombacha, por lo que se presume que el
imputado quemó allí la ropa de su pareja.
También se encontró
una mancha de sangre debajo de una mesita ratona que fue detectada con el
reactivo Luminol, pero como había sido lavada sólo se pudo determinar que era
de mujer. Los investigadores dieron por acreditado que Lagostena tenía vínculos
con propietarios y empleados del rubro funerario que lo podrían haber ayudado a
deshacerse del cadáver.
En la actualidad,
Lagostena tiene 60 años, cumple su condena en la Unidad 1 de Olmos del Servicio
Penitenciario Bonaerense y pidió prisión domiciliaria por el coronavirus pero
le fue rechazada. En enero pasado difundió la publicación de un libro titulado La
verdad sobre el caso Érica Soriano. En la contratapa, afirma que es "un
desesperado grito pidiendo justicia, develando cómo un relato en potencial
instala fantasías, cómo resuelve la institución judicial su propia
desidia".
La madre de Soriano
contó que leyó el libro y opinó: "No esperaba otra cosa de él. Dice cosas
muy tontas. Es un psicópata de manual, que no tiene ni una emoción, no se va a
arrepentir de nada". Aseguró que si bien le pasó algo "muy malo"
a su hija, en el camino encontró "personas muy buenas" y entre ellas
destacó la labor del fiscal Gerardo Loureyro y del juez de Garantías de Lomas
de Zamora Gabriel Vitali, quienes cuando aún no estaba incorporado el femicidio
al Código Penal, tuvieron para este caso una visión de género.
Fuente: Página12
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